Una vez pasada la Cuaresma y tras el esfuerzo del trabajo en nuestra Cruz y nuestra caseta vienen ahora unos días de menor ritmo cofrade, propicios al balance y análisis de lo hecho y de lo por hacer, de lo conseguido y de lo por venir. Quiero aprovechar esta momentánea pausa, más aparente que real, para comentar primeramente la sensación de madurez que transmitió la Hermandad el pasado Lunes Santo. Es en esos momentos difíciles donde se prueban las personas individualmente y las hermandades como conjunto y comunidad. Sinceramente me sentí orgulloso tanto de la serenidad con que todos los hermanos iban afrontando esos momentos de incierta espera como del comportamiento y participación en el posterior vía-crucis en el interior de nuestra parroquia. Sin duda eso y la posterior visita y ofrenda floral al Santísimo en el convento de las Esclavas del Stmo. Sacramento y de la Inmaculada de nuestras hermanas del Colodro compensaron en parte la suspensión de nuestra Estación de Penitencia. Nuestra misión y nuestros fines son mucho más importantes y más profundos que una simple salida procesional, con todo lo que significa para todos nosotros ese día, que es mucho, pero una Hermandad grande se mide por su grandeza de miras, por algo que trasciende una sola Estación de Penitencia. El pasado Lunes Santo vi en los ojos de muchos de vosotros que lo empezamos a saber y lo más importante, que nos lo empezamos a creer.
Os felicito a todos por ello aunque somos conscientes de que queda mucho por hacer. Todos los grandes proyectos se hacen de otros más pequeños que van marcando los escalones que nos llevan a nuestros sueños. Esos peldaños se hacen a base de compromiso y esfuerzo común, se hacen con ilusión, se hacen con sacrificio y realidades, no con palabras. Las palabras son fáciles de pronunciar pero sacrificar tiempo y algo más de nosotros mismos y de nuestra familia para por ejemplo ofrecer un turno en nuestra Cruz de Mayo, o colaborar de alguna manera en nuestro ansiado y tan necesario proyecto de cuerpo de acólitos, eso repito, ya cuesta más trabajo. Pero no nos engañemos, nadie va a venir a hacer realidad nuestros sueños si no somos nosotros mismos. Sé que son tiempos difíciles para casi todo. Muchos hermanos lo están pasando mal, la Hermandad está intentando redoblar esfuerzos en ese necesario fin asistencial que es propio y principal en la esencia de nuestras hermandades desde sus orígenes. Ahí también se necesita vuestra colaboración pero debemos pensar que el esfuerzo dividido es menos esfuerzo y que una pequeña colaboración personal de muchos consigue de manera más natural y sencilla grandes resultados. Aquí nadie se va a poner “medallitas”, no penséis por favor que lo que consigamos favorece a nadie más que a la propia Hermandad. No seamos cortos de miras, tenemos que mirar lejos, aspirar lejos. Si somos capaces de centrar la mirada en el horizonte nos será más difícil ver lo que está alrededor y a los que estamos al lado que en definitiva es lo que menos importa, provisionales custodios de un Mensaje y de unas Imágenes que lo representan.
Es una obligación y un placer para mí reconocer esa colaboración de tantos hermanos que hicieron posible, ahora sí, el buen resultado de nuestra Cruz de Mayo y caseta de feria. Esto siempre será mérito común de toda la Hermandad, pero sin la entrega particular nunca será posible, por eso repito, mi agradecimiento más sincero por vuestra disposición y vuestra colaboración.
Hablamos de proyectos, hablamos de ilusión y dentro de ese apartado tenemos uno importantísimo para nuestra Hermandad como es el ochocientos aniversario de la fundación de la orden mercedaria por San Pedro Nolasco y, por lo tanto de la advocación de nuestra Titular, nuestra Madre y Señora Santa María de la Merced.
El diez de agosto de 1218 por primera vez a una Imagen de la Madre de Dios se la llama oficialmente de la Merced. Nosotros llevamos honrosamente ese apellido en nuestro ADN cofrade, nuestra amada Titular luce Orgullosa en Su Pecho el emblema de su advocación. Le pese a quien le pese aquí en las faldas de Sierra Morena, Virgen de la Merced solo hay una y Córdoba entera lo sabe. La devoción popular no se compra como ninguna cosa del alma.
Debemos estar preparados para una conmemoración tan importante para nosotros y es por eso que el próximo septiembre dentro de los actos dedicados a nuestra Madre y Señora se presentará la comisión encargada de elaborar el programa y un adelanto de contenidos. Creemos que no es pronto ni tarde, y pido desde aquí a todos sus devotos y amantes hijos que sepamos estar a la altura. ¿Qué seremos capaces de hacer por Ella?.
Un septiembre que este año promete momentos intensos. Coincide la redacción de esta carta con los preparativos de la participación de la Hermandad en el Vía Crucis Magno que la Agrupación de Cofradías de nuestra ciudad está organizando como clausura del Año de la Fe, con la imagen de nuestro Titular, Nuestro Padre Jesús Humilde en la Coronación de Espinas, que como contemplan nuestras reglas, y la Hermandad fue tajante en su cumplimiento, fue aprobada en Cabildo Extraordinario por la mayoría de los asistentes. Aprovecho para recordaros que es un acto religioso el rezo del Vía Crucis que tantas referencias trae a nuestra ciudad. Hay que trasladarse a él y volver de él, pero ese es el motivo principal en el que la Hermandad debe demostrar su saber estar y su calidad cofrade que la tiene y de sobra. Eso no quita que disfrutemos también de esa ida y esa vuelta, habría que ser muy hipócrita para negarlo; ¿quién puede no disfrutar de esa Imagen del Hijo de Dios llevada por nuestro amor y al ritmo de nuestra fe?.
Como digo la Hermandad está trabajando en la organización que implica toda salida extraordinaria. Os pido paciencia y colaboración, como sabéis la mayoría de las normas no son competencia nuestra, si bien la junta de gobierno intentará en lo posible dar todas las facilidades que podamos a nuestros hermanos. Sin duda será un hecho histórico en la vida de nuestra Hermandad.
Pero todo eso dejaría de tener sentido sin la sólida base que lo sustenta, sin la fuerza que aguanta el mal, sin la vida que vence a la muerte. Somos una Hermandad Sacramental, la primera penitencial cordobesa y eso nos debe llenar de orgullo, nos ennoblece pero también nos exige, debemos ser consecuentes con ello. Esta Junta de Gobierno tiene el firme propósito de incidir en esa línea que es la que es. “Yo Soy el que Soy” decía nuestro Señor ante las insidiosas preguntas de quien solo entendía de política. Potenciaremos los Jueves Eucarísticos, potenciaremos y mucho el día grande del culto eucarístico, el día del Corpus Christi. El altar que la Hermandad erige al paso de Cristo Vivo debe ser lo más digno posible de lo que esta Sacramental Hermandad sea capaz, ahora más que nunca es necesario. “Mientras menos entiendes este misterio, mayor es la merced que te hace”. (Sermón 38 de S. Juan de Ávila).
Somos una Hermandad, todos compartimos el mismo escalofrío cuando miramos cara a cara a unas Imágenes que todos sabemos que son mucho más que eso, eso nos une y da sentido. En la medida que seamos capaces de unir fuerzas en lo principal seremos capaces de construir nuestro futuro, que no es otro que servir a Dios y a su Iglesia. Nuestro Padre Jesús Humilde en la Coronación de Espinas y Nuestra Madre y Señora Santa María de la Merced nos dan la fuerza para ello.
Manuel Valera Pérez
Hermano Mayor